Los programas de sensibilización y capacitación continua pueden ser esenciales para una organización que quiere ser parte de un proceso de inclusión, así como la formación de una cultura de inclusión capacitada e informada en temas relacionados con la discapacidad, siempre desde un enfoque de derechos humanos y laborales.

La necesidad de que estos sean programas continuos radica en que la inclusión no se representa mediante un evento o taller aislado, sino que es un proceso que requiere informar constantemente a las personas colaboradoras, además de una evaluación y replanteamiento activo, para siempre mejorar y ejecutar los objetivos del programa de la manera más eficaz.

Es por esto que, a la hora de diseñar programas de capacitación, se tenga presente que las personas que dirijan las actividades asociadas, charlas o talleres, tengan una vivencia propia respecto a la discapacidad, o bien, estén altamente capacitadas en temas de diversidad e inclusión en el área de trabajo, como Plura, donde nos respaldan años de experiencia profesional y se ha colaborado con múltiples sectores de la sociedad, con el fin de crear una Costa Rica más inclusiva.

Las actividades de capacitación no pueden ser solo para un sector de las organizaciones, sino que todo el personal debe participar, no solo aquellos grupos o equipos que trabajen de cerca con las personas con discapacidad.

Es importante recordar que si la empresa no está tomando en cuenta la inclusión laboral como parte de su estrategia, valores y modelo de negocios, se ha de generar un diálogo previo y se deben incluir desde clientes hasta socios que vivencien la discapacidad de primera mano. Es fácil parecer una organización inclusiva por reputación, pero requiere mucho esfuerzo realmente estar generando un impacto social que cambie la manera en la que se integra la población con discapacidad al ámbito laboral.

En este ámbito, es recomendable que el programa de capacitación se diseñe bajo una metodología participativa e interactiva. Para ello se puede recurrir a la invitación de algunas personas clave para realizar la introducción de un tema, ilustrar algún aspecto o compartir alguna experiencia. Por ejemplo, se podría invitar a un/a representante de otra empresa que ha realizado con éxito el proceso de inclusión laboral, a una persona con discapacidad, a un/a especialista en el tema, entre otros. 

Se recomienda que los programas de sensibilización y capacitación no se diseñen de una manera poco práctica, solamente teórica o poco interactiva. Para que se dé un involucramiento sustancioso, es necesario que el programa tenga una metodología participativa, en la que las y los colaboradores aporten y aprendan activamente.

Para esto es primordial que, por ejemplo, si la empresa ha contratado personas con discapacidad, estas lideren los espacios que tienen que ver con la educación y sensibilización del tema, para que no existe, por el contrario, una apropiación indebida que genere el efecto contrario a la inclusión necesaria en la cultura organizacional. 

Finalmente, las alianzas con otras empresas que han implementado programas efectivos de capacitación en el tema de la inclusión laboral, así como incentivar a las compañías que no han decidido implementarlos aún, serán las claves del éxito interorganizacional, así como un paso importante para que todas las organizaciones del país diseñen este tipo de programas, y caminemos, paso a paso, hacia una sociedad más inclusiva.